miércoles, 26 de octubre de 2011

Ningún coche era tan veloz

Los alumnos  de Ingeniería Técnica Mecánica de la Universidad de Málaga Daniel Ríos y Luis Vázquez han analizado en su proyecto de fin de carrera los velocímetros de un centenar vehículos para descubrir que todos circulan a menor velocidad de la que aparece en el cuentakilómetros. La investigación pone al descubierto que esta falta de precisión afecta a todas las marcas. El error medio se sitúa en torno al 8%. Así, cuando un automóvil circula a 120 kilómetros por hora, en realidad lo hace a 107,3, mientras que si el cuentakilómetros marca 60, realmente avanza a 51,9. El estudio se ha realizado con diferentes categorías de vehículos, tipos de ruedas y a diferente presión.

El profesor del Departamento de Máquinas y Motores de la UMA Juan Antonio Auñón, que ha dirigido el proyecto, precisa que no hay diferencias entre marcas, antigüedad del vehículo, categoría o tipo de velocímetro. "Hemos medido coches que sólo tenían 36 kilómetros y otros con más de 200.000. Unos con velocímetro antiguo y otros que utilizan el digital". Los únicos factores que influyen en la medición de la velocidad  son la presión y el perfil de la rueda. A menor presión, mayor  error, mientras que si el perfil es alto la diferencia entre la velocidad que aparece en el salpicadero del coche y la real también es superior. Aunque todas las marcas muestran márgenes de error, Peugeot destaca por ser la que más se acerca a los datos reales y Fiat precisamente por lo contrario, por ser la que acumula mayores divergencias entre la velocidad efectiva y la que marca el cuentakilómetros.

¿Por qué no son los velocímetros exactos? Porque la precisión cuesta dinero, de acuerdo con Juan Antonio Auñón. "Aumentar su precisión implica más costes, pero también para dar mayor margen de seguridad". El profesor de Mecánica de los Motores advierte que este dato no debe ser tenido en cuenta para superar alegremente los límites de velocidad, sino para tener un plus de seguridad cuando surge la duda de si se han rebasado o no los topes máximos permitidos. La investigación ha precisado más de 60 horas de laboratorio en  el Complejo de Ingenierías Industriales, empleadas en medir la diferencia entre la velocidad real y la que aparecía en el marcador de los automóviles, a las que sumar las dedicadas al procesamiento de los datos. 

El centenar de vehículos han surgido del entorno de amistades y familiares de los autores del proyecto y del profesor que los ha dirigido. Auñón afirma que al principio no era fácil encontrar tantos coches, pero cuando se corrió la voz tenían colas todas las tardes.

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