Siete de cada diez españoles cree que buena parte de los problemas que genera el tráfico en las grandes ciudades, como los atascos o la contaminación, podrían resolverse si se usaran más coches eléctricos, según publica El Periódico de la Energía.
Es la conclusión que se desprende del estudio 'Radiografía de los hábitos de movilidad de los españoles', promovido por el Foro de la Movilidad, y que ha preguntado sobre este asunto a 1.142 ciudadanos entre 18 y 75 años procedentes de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Bilbao y A Coruña.
Además, la investigación muestra cómo la mayoría de españoles compraría coches eléctricos si hubiera más oferta. El 72% de los encuestados afirma que no usa esta modalidad de vehículo pero que le gustaría hacerlo, un 22% asegura que ni tiene posee un vehículo con estas características ni está interesado en tener uno. El 6% ya se mueve con un coche cuyo combustible es la electricidad.
En el caso de Madrid, los ciudadanos que preferirían moverse con un vehículo eléctrico asciende hasta el 77%.
La directora del Foro de Movilidad, en la presentación del estudio ha reconocido que este mercado no está siendo tratado como debería, a su juicio. Debido a que estas tecnologías tienen un precio más alto, propone que los Ayuntamientos las subvencionen.
La compra de un coche con motor diésel no siempre es rentable, a pesar de la creencia popular contraria, y por ello alrededor de 150.000 españoles se decantan cada año de forma errónea por este tipo de combustible.
Esta es la conclusión de un estudio realizado por el comprador de seguros Acierto.com, que recuerda que hoy más del 65 % de los coches que se matriculan en España llevan un motor diésel.
Los datos del comparador de seguros basados en el uso del automóvil declarado por sus usuarios muestra que son muchos los compradores españoles que optan de forma errónea por vehículos alimentados por gasóleo, persiguiendo un ahorro que no se va a producir para el uso dado al vehículo.
El comparador ha analizado en detalle los diez modelos más vendidos en España en lo que va de 2014, poniendo frente a frente las motorizaciones diésel y gasolina más representativas y con prestaciones similares.
Para el estudio se han tenido en cuenta los principales factores que todo usuario debería considerar antes de decidir si elegir un automóvil diésel o gasolina, como son el precio de compra, el precio y consumo de combustible, la cuantía del seguro de coche, los gastos derivados del mantenimiento y la diferencia en el valor residual del vehículo», explica Carlos Brüggemann, director de Operaciones del comparador de seguros.
La principal conclusión a la que se ha llegado es que, en más del 50 % de los casos, no se recupera la inversión inicial, por lo que la compra de un vehículo diésel no resulta rentable para gran parte de los usuarios, añade Brüggemann.
El primer factor fundamental que tener en cuenta es el precio de compra y, según el informe realizado por el comparador de seguros, el precio medio de las versiones con motor de gasolina de los diez modelos más vendidos en España se sitúa en 14.567 euros, frente a 16.495 euros de las versiones diésel con prestaciones similares, es decir, que estos últimos son una media de casi 2.000 euros más caros.
Teniendo en cuenta que el 80 % de los usuarios firma un préstamo para financiar la compra de sus vehículos, a estos 2.000 euros habría que añadirles de media otros 335 euros en concepto de intereses adicionales, que de haber optado por una versión con motor de gasolina no habría sido necesario asumir.
Del mismo modo, los seguros de coche a todo riesgo de todos los vehículos diésel analizados son significativamente más elevados que sus versiones de gasolina, en concreto un 13,6 % más de media.
La diferencia neta entre las pólizas es de 56,8 euros anuales, lo cual supone un coste adicional de 624 euros de media para los coches diésel, si se tiene en cuenta un ciclo de vida de 11 años para el automóvil.
Y la mayor complejidad en el mantenimiento de los motores diésel hace que, a lo largo de la vida del vehículo, el coste asociado a sus cuidados resulte en torno a 330 euros más caro, que el de un motor gasolina de prestaciones similares.
El principal factor que explica el auge de las ventas de motores diesel es su menor consumo de combustible y el inferior precio de este carburante frente a la gasolina.
Sin embargo, es importante tener en cuenta, según Acierto.com, que los coches a gasolina cada vez consumen menos, hasta el punto de que su gasto de combustible se está equiparando de forma progresiva al de los diésel.
En cifras, la mayor diferencia media de consumo entre vehículos alimentados por gasolina y gasóleo tiene lugar en el entorno urbano, donde se sitúa en cerca de 1,8 litros a favor de estos últimos. Mientras, con un uso mixto, la disparidad de consumo se estrecha a 1,2 litros, cantidad que se ve reducida hasta 1 litro cada 100 km para uso extraurbano.
En lo referido al precio del combustible, el comprador de seguros recuerda que en la actualidad el gasóleo es solo un 5 % más barato que la gasolina, mientras que hace 10 años la diferencia era de un 14 %.
El otro argumento que jugaría en favor de los diésel es su valor residual, puesto que su mayor precio de compra, en principio, también garantiza un mayor importe de reventa.
No obstante, el análisis del valor residual de los predecesores de los diez modelos más vendidos en España en 2014 refleja que esta diferencia, pasados 11 años de vida, apenas asciende a cerca de 400 euros.
Entre otros detalles que también cabría considerar al decantarse por un coche diésel o gasolina juega a favor de éstos últimos su mejor sonido y suavidad en la conducción.
También recuerda Acierto.com que los automóviles alimentados por gasolina tienen un menor efecto nocivo sobre el medio ambiente, hasta el punto de que ciudades como París ya han tomado medidas para impedir o limitar el uso de vehículos diésel en sus calles, mientras otras como Londres estudian hacer lo propio.
Tras analizar todas las variables, el estudio realizado por Acierto.com establece que para recuperar la inversión adicional que supone la adquisición de un coche diésel es preciso recorrer de media más de 160.000 kilómetros en la vida del vehículo y sólo a partir de 200.000 kilómetros se empezaría a generar un retorno cercano a 1.100 euros a favor de los motores de gasóleo. No obstante, teniendo en cuenta el patrón de uso declarado por los 2 millones de usuarios de Acierto.com analizados para este estudio, la conclusión es que la mayor parte no tiene un uso tan intensivo de su vehículo y por lo tanto, de las 540.000 ventas de turismos diésel que se calculan para 2014, en torno a 150.000 deberían corresponder a motorizaciones gasolina, atendiendo a criterios puramente económicos.
La ‘tiranía del enchufe’ no es tal si se conoce la autonomía real del vehículo.
Nissan Leaf, Renault Twingo y Zoe, Peugeot iOn, Citroën Ce-Zero o Mitsubishi i-Miev, Tazzari Zero, Kia Soul, BMW i3, VW eGolf, las furgonetas Berlingo y Partner de PSA, la Kangoo de Renault, la eNV200 de Nissan o la berlina premium Tesla Model S, son ejemplos de vehículos 100% eléctricos. La gama de vehículos eléctricos ha crecido exponencialmente en los últimos tiempos, pero ¿es rentable y práctico adquirir un coche ecológico?
Depende de su uso y de para qué se necesite. Es un vehículo de nicho cuya autonomía va a condicionar su utilización. Es lo primero que hay que mirar. Básicamente porque si la batería se agota, nos quedamos tirados. De ahí la tiranía del enchufe a la que se vinculan estos vehículos.
Sin embargo, con una buena planificación de los viajes, esta tiranía desaparece. Un Nissan Leaf, por ejemplo, ofrece una autonomía real de 170 km en un uso normal. Está demostrado que, en la Unión Europea, la mayoría de las personas que se tienen que desplazar para ir al trabajo no realiza más de 50 kilómetros al día. Con un automóvil eléctrico de estas características, el trabajador medio tendría cubiertas sus necesidades e incluso una posible contingencia. Sólo es necesario ser precavido y mantener una conducción poco agresiva, que se traduzca en un menor consumo de la batería.
En segundo lugar, para tener un vehículo libre de emisiones es necesario contar con un garaje y, en él, con un enchufe para cargar el vehículo por las noches (y a ser posible, otro en el garaje de su empresa). A diferencia de los diez minutos que se tarda, de media, en repostar gasolina, la recarga de la batería de un coche eléctrico se extiende durante unas ocho horas.
Las cuentas claras
El repostaje es más económico con un eléctrico. Con 2,5 euros de coste de tarifa de luz podemos circular 100 kilómetros. En cambio, circular una distancia equivalente con un Seat León Economotive, que gasta 3,8 litros a los 100 km, nos costaría unos 5,25 euros.
El mantenimiento también lo es, pues las baterías suelen estar garantizadas para toda la vida útil del vehículo.
Pero, ¿y si me quedo sin batería en medio de la ciudad? Deberá entonces buscar un párking privado con enchufe o un punto de recarga de los que muchos ayuntamientos han instalado en sus calles más transitadas. Para ello, necesitará una tarjeta expedida por el consistorio que le permita activar la recarga en dichos puntos.
¿Es peligroso recargar la batería mientras llueve? No, el vehículo eléctrico está bien aislado de la humedad. Se somete a pruebas de seguridad controladas por la EuroNCAP. Por supuesto, los enchufes deberán estar en perfectas condiciones para evitar sobrecargas.
El Nissan Leaf parte de un precio de 24.000 euros, que con las ayudas a la compra del vehículo eléctrico del Gobierno se quedaría en 17.500 euros, a los que habría que sumar las ayudas que las propias comunidades autónomas otorgan cuya cuantía puede alcanzar 6.000 euros adicionales. El Nissan Pulsar, un vehículo de combustión diésel equivalente, cuesta 18.450 euros descontando los 2.000 euros del Pive 6.
Ventajas fiscales
Fiscalmente, compensa un eléctrico. Este tipo de vehículos esta exento del Impuesto de Matriculación y paga menos (o incluso está exento) por el Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica de carácter anual.
Su uso, preeminentemente urbano, también le beneficia a la hora de aparcar en la ciudad: es gratis, incluso en las zonas de pago. Para beneficiarse de esta ventaja, debe tener una tarjeta acreditativa de vehículo que emite cero emisiones. Aquí existe una falta de homogeneización, ya que cada ayuntamiento puede tener su propio distintivo y puede llevar a error a los controladores de la hora.
En definitiva, un vehículo eléctrico resulta rentable si su uso se adecua a su autonomía.
La principal novedad es el sistema de conducción eco-routing que tiene en cuenta las necesidades de un vehículo eléctrico a la hora de calcular la mejor ruta. Las pruebas demostraron un ahorro de energía del 27 al 36 %, con un incremento en el tiempo de viaje de entre el 8 y el 21 %, oscilaciones que dependen de la disposición del conductor para seguir las recomendaciones del eco-routing.
ENVIADO POR: ECOTICIAS.COM / RED / AGENCIAS, 23/09/2014, 11:05 H | (116) VECES LEÍDA
La autonomía de los coches eléctricos es a menudo tachada de efímera e insuficiente por parte de los usuarios de gasolina. Pero esta crítica podrá refutarse gracias a las mejoras propuestas por el proyecto europeo de investigación OpEneR, del que ha sido socio y promotor el Centro Tecnológico de Automoción de Galicia (CTAG). Ayer se presentaron en la sede del CTAG en O Porriño las conclusiones de esta investigación, que ha ocupado más de tres años de trabajo.
La principal novedad es el sistema de conducción eco-routing que tiene en cuenta las necesidades de un vehículo eléctrico a la hora de calcular la mejor ruta. Las pruebas demostraron un ahorro de energía del 27 al 36 %, con un incremento en el tiempo de viaje de entre el 8 y el 21 %, oscilaciones que dependen de la disposición del conductor para seguir las recomendaciones del eco-routing. En la práctica, estos porcentajes se reflejarán en 250 kilómetros de autonomía. Los actuales modelos eléctricos permiten recorrer entre 100 y 150 kilómetros antes de agotar la carga.
Otro gran hito del estudio ha sido conseguir este aumento de la autonomía sin incrementar el peso de la batería, un reto que hasta hoy parecía imposible, tanto para los vehículos eléctricos como los híbridos.
Los ingenieros e investigadores del OpEneR también se han centrado en la seguridad ya que han mejorado el sistema de propulsión eléctrica, el sistema de frenado regenerativo, el sistema de navegación y los sensores periféricos. Al mismo tiempo se ha adaptado el control de crucero adaptativo (ACC) para que informe sobre subidas y bajadas e incluya la función de marcha libre, que avisará al conductor cuando tenga que levantar el pie del acelerador al acercarse a un límite de velocidad. La cabina se ha rediseñado con una pantalla TFT de programación libre de modo que toda la información importante se pueda leer más fácilmente.
Con todo esto se pretende potenciar el mercado del vehículo eléctrico, que todavía no ha conseguido despegar a pesar del esfuerzo publicitario.
Colaboración internacional
OpEneR se inició en mayo de 2011 y su presupuesto total ha sido de 7.7 millones de euros, de los que 4.4 procedieron de fondos de la Comisión Europea. El CTAG no ha estado solo en este innovador proyecto ya que también han participado Bosch, PSA Peugeot Citroën, la empresa austríaca de sistemas de propulsión AVL List GmbH y el instituto de investigación alemán FZI. De hecho, PSA Peugeot Citroën ya ha anunciando que creará a partir de 2017 vehículos eléctricos que incluirán todas estas mejoras del proyecto OpEneR, que economizará el consumo de energía y automatizará la conducción y el aparcamiento. Los coches que adaptarán estos cambios irán desde la categoría C4 a la C1, y también el E2 y el E1.
La tecnología siempre ha estado presente en los coches pero en los últimos años ha cogido más protagonismo debido a las metas y objetivos que se están planteando los fabricantes: crear vehículos más seguros, mejorar el consumo de combustible y aprovechar mejor los viajes para optimizar recursos. Un buen ejemplo que de estas tres variables combinadas serían los coches que se conducen solos, aunque no es el único caso.
Digital Energy Solutions ha lanzado un informe hablando sobre las tendencias de la tecnología para el coche poniendo sus miras en los sistemas de conducción automática. No solo son para que vayamos cómodo, también será una forma de ahorrar en consumo y también fomentará una conducción más segura.
Hacia una conducción mas eficiente
Uno de los puntos principales del estudio lo encontramos en todo lo relacionado con los sistemas de conducción automáticos. Desde propuestas como la de Google a otras más híbridas como los sistemas de conducción cooperativa donde se controla la velocidad y la distancia con el resto de coches para ir por la ruta más óptima.
Según Digital Energy Solutions se ahorrará en diez años sería de 110 millones de barriles de petróleo y dejar de emitir 20 millones de toneladas de CO2. Por otro lado tenemos los sistemas de eco navegación que se encargan de limitar la velocidad y potencia del coche en función de nuestro viaje para optimizar los recursos y consumir lo menos posible.
En tercer lugar tenemos todo lo relacionado con las señales de tráfico inteligentes. Aquellas que cambian en función del estado del tráfico para evitar atascos y un uso óptimo de las vías. Hace poco vimos en Xataka un ejemplo de cómo se empezaba a utilizar en algunos sitios para distribuir los coches y evitar que se concentraran en puntos en concretos.
Antes y después, la imagen de la derecha está ligeramente desplazada hacia la derecha.
Personalmente creo que el estudio tiene algunas lagunas en el planteamiento al pensar que la tecnología en sí será quien determine el cambio. Hay más factores a tener en cuenta como la disposición a implementarlo, los costes que tendrá y los problemas asociados de llevar este ambicioso plan a cabo.
Es interesante, eso sí, que se debata sobre la utilización de los sistemas de conducción como una vía no solo para evitar conducir sino también para hacerlo de forma más segura y eficiente. Suena bien, pero como cuando se debate sobre todo lo relacionado con las ciudades inteligentes, no parece muy claro que sean modelos que se puedan aplicar fácilmente a las urbes actuales.
En buena medida, la elección casi siempre viene marcada por elahorro que pueda suponer a medio y largo plazo. En general, lacreencia popular dicta que los coches de gasóleo resultan más económicos a largo plazo por su menor consumo y precio del combustible. De hecho, hoy en día, más del 65% de los vehículos que se matriculan en España llevan un motor diésel.
Sin embargo, un informe de Acierto.com prueba que los diésel no siempre resultan rentables. Así, según datos del comparador de seguros basados en el uso del automóvil declarado por sus usuarios,alrededor de 150.000 españoles estarían optando de forma errónea por vehículos alimentados por diésel cada año, persiguiendo un ahorro que nunca alcanzarán por la utilización y el kilometraje que realizan.
Comparando los más vendidos
Para llegar a esta conclusión, Acierto.com ha analizado en detalle los 10 modelos más vendidos en España en lo que va de 2014, poniendo frente a frente las motorizaciones diésel y gasolina más representativas y de prestaciones similares. «Para nuestro estudio, hemos tenido en cuenta los principales factores que todo usuario debería considerar antes de decidir si elegir un automóvil diésel o gasolina, como el precio de compra, el precio y consumo de combustible, la cuantía del seguro de coche, los gastos de mantenimiento y la diferencia en el valor residual del vehículo», explica Carlos Brüggemann, director de Operaciones deAcierto.com.
«Y la principal conclusión a la que hemos llegado es que, en más del 50% de los casos, no se recupera la inversión inicial, por lo que lacompra de un diésel no resulta rentable para gran parte de los usuarios», añade Brüggemann.
¿Por que el diésel sale más caro?
El primer factor a tener en cuenta es el precio de compra. Según el informe, el precio medio de las versiones de gasolina de los 10 modelos más vendidos en España se sitúa en 14.567 euros, frente a los16.495 euros de los diésel similares; es decir, casi 2.000 euros más caros.
El seguro a todo riesgo es un 13,6% más caro en los diésel.
Teniendo en cuenta que el 80% de los usuarios adquiere un préstamo para financiar la compra de sus vehículos, a estos 2.000 euros habría que añadir, de media, otros 335 euros en concepto de intereses adicionales, que de haber optado por una versión con motor de gasolina no habría sido necesario asumir.
Del igual modo, los seguros a todo riesgo de los diésel analizados son significativamente más elevados que sus versiones gasolina: un 13,6% más de media. La diferencia neta entre las pólizas es de 56,8 euros anuales, un coste adicional de 624 euros de media para los coches diésel, si se tiene en cuenta un ciclo de vida de 11 años para el automóvil.
Finalmente, la mayor complejidad en el mantenimiento de los propulsores diésel hace que, a lo largo de la vida del vehículo, el coste asociado a sus cuidados resulte en torno a 330 euros más caroque el de un «alter ego» de gasolina.
¿Y cuándo sale a cuenta adquirir un diésel?
El principal factor que explica el auge de las ventas de motores diésel es su menor consumo e inferior precio de combustible. Pero es importante tener en cuenta que los coches a gasolina cada vez consumen menos, hasta el punto de que su gasto se está equiparando de forma progresiva.
En uso mixto el gasto se acerca entre ambos motores.
En cifras, la mayor diferencia media de consumo entre vehículos alimentados por gasolina y gasóleo tiene lugar en el entorno urbano, donde supone cerca de 1,8 l/100 km a favor de los últimos. En uso mixtola disparidad de consumo se estrecha a 1,2 l/100 km, cantidad que se ve reducida a 1 l/100 km en uso extraurbano. Y porprecio del combustible, es importante recordar que en la actualidad el gasóleo es solo un 5% más barato que la gasolina; hace 10 años la diferencia era del 14%.
El otro argumento que jugaría en favor de los diésel es su valor residual, puesto que su mayor precio de compra, en principio, también garantiza un mayor importe de reventa. No obstante, el análisis del valor residual de los predecesores de los 10 modelos más vendidos en España en 2014 refleja que esa diferencia, pasados 11 años de vida,apenas llega a 400 euros.
Cabría considerar a favor de las versiones de gasolina sus mejores sonido y suavidad de conducción, así como el menor efecto nocivo sobre el medio ambiente por emisiones (en ciudades como París o Londres impiden o limitan el uso de vehículos diésel por sus calles).
El estudio de Acierto.com establece que para recuperar la inversión adicional que supone la adquisición de un coche diésel es preciso recorrer de media más de 160.000 km en la vida del vehículo ysolo a partir de 200.000 km se empezaría a generar un retorno cercano a los 1.100 euros a favor de los motores a gasóleo.
Y es que la mayoría no realiza un uso tan intensivo de su vehículo. De hecho, de las 540.000 ventas de turismos diésel estimadas para 2014, en torno a 150.000 deberían corresponder a motorizaciones gasolina solo por criterios económicos.
Tímidamente comienzan a brotar en nuestras ciudades puntos de recarga para baterías de coches eléctricos. De momento tienen un uso limitado, pero son una señal de que el futuro pinta para esta tecnología más brillante de lo que ha sido nunca. Fabricantes y autoridades apuestan por ella, en un intento por reducir el consumo y aumentar la sostenibilidad de un medio de transporte del que no es fácil que la ciudadanía vaya a prescindir en las próximas décadas. Puesto que cambiar coches por bicis no será sencillo, al menos que sean coches eléctricos…
Lo asociamos al futuro, a un mundo más eficiente, silencioso, limpio… y en muchos casos más caro. Pero su historia se remonta ya casi dos siglos, desde que surgieron los primeros motores eléctricos. En ese tiempo, ha vivido altibajos que lo han llevado de ser un competidor a tener en cuenta en las carreteras a convertirse en una opción minoritaria, casi extravagante, y de vuelta a la relevancia.
Los primeros y vacilantes pasos
En el siglo XIX, las investigaciones sobre electromagnetismo avanzaban con rapidez, y su aplicación a los transportes fue una de sus primeras funciones. En aquel momento, los inventores buscaban un sustituto para la tracción animal en los vehículos, y dos tecnologías se disputaban el puesto: los motores eléctricos y los térmicos.
Fue el trabajo del físico francés Gaston Planté el que en 1859 dio el primer gran y duradero impulso al coche eléctrico con la invención de las baterías de plomo-ácido
Thomas Davenport, un herrero natural de Vermont, construyó en 1834 un motor eléctrico equipado con una batería que utilizó para operar un pequeño coche que circulaba sobre una trayectoria fija. Esto abrió el camino para electrificar los tranvías, una idea que tuvo un gran éxito durante la segunda mitad del siglo. En 1837, junto a su esposa Emily Davenport, registró la primera patente de un motor eléctrico.
Fue el trabajo del físico francés Gaston Planté el que en 1859 dio el primer gran y duradero impulso al coche eléctrico con la invención de las baterías de plomo-ácido. Este tipo de baterías, que aún hoy emplean algunos coches eléctricos e híbridos, podían cargarse y reutilizarse varias veces, lo que aumentaba significativamente su eficacia. En 1881, otro científico francés, Camille Alphonse Faure, mejoraba estas baterías, aumentando sustancialmente su capacidad, lo que favoreció su producción industrial a gran escala.
El crecimiento a finales de siglo
Surgen cada vez más modelos, sobre todo de tranvías y trenes, que van acoplando cada vez más de estas células de plomo-ácido para ganar en potencia. En 1894 cuando los tranvías empiezan a perder relevancia, el ingeniero Henry Morris y el químico Pedro Salom, ambos con experiencia en aplicar la electricidad a ese transporte, se unen para diseñar el Electrobat, el primer coche eléctrico de cierto éxito. La primera versión era lenta y pesada, tanto que las ruedas eran de acero para aguantar el enorme de peso de su gran batería. Versiones posteriores solucionaron este problema.
A finales del siglo XIX, por tanto, los primeros vehículos con motor eran mayoritariamente eléctricos. Se impusieron a los de gasolina porque por entonces estos eran sucios, ruidosos, caros de mantener (no era fácil conseguir el combustible) y podían fallar en cualquier momento. Los eléctricos, en cambio, eran más limpios, suaves de conducir y de coste razonable para las clases altas, sus primeros usuarios. Aun así, contaban todavía con importantes limitaciones: un coche eléctrico normal no pasaba de los 20 km/h, su autonomía se limitaba a unos 50 kilómetros y necesitaba mucho tiempo para recargarse.
Aparte de los modelos fabricados por encargo de personalidades importantes, su llegada a las ciudades fue en forma de flotas de taxis, primero en Inglaterra y posteriormente en Francia o en Estados Unidos
Aparte de los modelos fabricados por encargo de personalidades importantes, su llegada a las ciudades fue en forma de flotas de taxis, primero en Inglaterra y posteriormente en Francia y en Estados Unidos. En 1898 el aristócrata francésGaston de Chasseloup Laubat daba un otro impulso a la tecnología al batir por primera vez un récord de velocidad con un coche, un automóvil eléctrico de la compañía francesa Jeantaud: recorrió 1 kilómetro en 57 segundos, alcanzando una velocidad media de 63,13 km/h.
La gasolina barata, un competidor imbatible
Con el siglo XX, las cosas empezaron a cambiar. La Ford creó las cadenas de producción mecanizadas, los coches de gasolina empezaron a equiparse con motores de arranque (hasta ahora se ponían en marcha con una manivela) y el combustible se hizo más barato y accesible. El coche de combustión interna ganaba terreno, y su precio era dos o tres veces menor que el del eléctrico. Sobre todo en Estados Unidos, la autonomía se volvía crucial porque había muchos kilómetros de carretera y se hacían viajes muy largos.
Pero no era sólo un cambio económico o tecnológico. Había un trasfondo social,según el historiador Mathieu Flonneau: “Para ciertos sectores de la población, el coche eléctrico carecía de virilidad. No era lo suficientemente potente, era demasiado silencioso y, por encima de todo, era muy apreciado por las mujeres. En una sociedad machista como la de la época, el motor de gasolina con sus ruidos y sus escapes humeantes se veía como algo más impresionante y exclusivo. De hecho, su complejidad mecánica hacía que las mujeres quedaran excluidas en las tareas de reparación y convertía al motor de combustión en un objeto decididamente masculino”.
Para ciertos sectores de la población, el coche eléctrico carecía de virilidad. No era lo suficientemente potente, era demasiado silencioso y, por encima de todo, muy apreciado por las mujeres
Fuera por esto o no, la mayor parte de los fabricantes cerró o se pasó a la industria del motor de combustión. Quedó olvidado en Europa, y poco después también en Estados Unidos, pero no desapareció, sino que se mantuvo siempre en la sombra, como una alternativa cuyo potencial estaba aún por explorar del todo. Volvió a tomar protagonismo durante las épocas de guerras y crisis.
La recuperación durante la guerra
En los años 20 Francia, que contaba con una extensa red eléctrica e intentaba reducir su dependencia del exterior, volvió a darle un gran impulso. Los tranvías, el metro y los primeros autobuses estaban revolucionando el transporte público, pero había un interés general por llevar la electricidad a los coches particulares. En 1925 se creó la Société de Véhicules Electriques, que en asociación con empresas especializadas llegó a producir varios miles de camiones y carros de carga eléctricos.
Esto abrió un nuevo nicho de mercado, el de los vehículos profesionales, que fue aprovechado también en Estados Unidos: en 1927 había 6.000 camiones y camionetas eléctricos en el estado de Nueva York. Pero la tendencia no llegó a los vehículos particulares, que preferían seguir optando por los motores de combustión interna.
También la Segunda Guerra Mundial fue una buena época para los coches eléctricos por la dificultad de conseguir gasolina y la necesidad de encontrar un sustituto
También la Segunda Guerra Mundial fue una buena época para los coches eléctricos por la dificultad de conseguir gasolina y la necesidad de encontrar un sustituto. Muchos reconvirtieron sus coches para equiparlos con motores eléctricos. Pero la escasez también afectó a estos modelos, porque era difícil conseguir materiales como el cobre o el plomo, necesarios para las baterías. El decreto proclamado en Francia en 1942 que prohibía la electrificación de los vehículos de nuevo llevó a esta evolución a un punto muerto.
Fue en gran parte la carrera espacial de la Guerra Fría lo que puso los motores eléctricos de nuevo en el foco de investigaciones bien financiadas. Había que encontrar baterías que impulsasen los vehículos espaciales en sus misiones, donde el combustible es limitado. Cuando en 1971 un vehículo tripulado, elApollo Lunar Roving Vehicle, recorrió por primera vez la superficie lunar, era un vehículo eléctrico. Estaba equipado con dos baterías de óxido de silicio y tenía una autonomía de unos 40 kilómetros.
El coche como producto de masas
Mientras tanto, los coches se habían convertido en Europa y Estados Unidos en un producto de masas, y la industria automovilística vivió un espectacular desarrollo: era un actor protagonista en el progreso económico y comenzaron a surgir algunos modelos de aspecto futurista. Pero ese florecimiento tuvo sus consecuencias negativas, ya que en la conciencia colectiva comenzaron a asociarse los automóviles con el peligro, los accidentes y la contaminación. La transformación de las ciudades para dejarles paso y los primeros atascos también dejaron en la sociedad un regusto amargo.
De forma que el coche eléctrico volvió a ocupar un lugar en los centros de investigación y desarrollo de los fabricantes. En 1959 nace Estados Unidos elHenney Kilowatt, e iniciativas similares aparecen en otros países. Los minicoches eléctricos se ponen de moda, así como las scooters eléctricas. Se producen en cantidades muy pequeñas, pero son emblemáticos de una época en la que se buscaban nuevas ideas. “El coche para machos empieza a desintegrarse. En un mundo en el que el coche era cada vez más un problema, el eléctrico ganó en credibilidad”, explica Flonneau.
Cuando en los años 70 se produce la primera gran crisis del petróleo, muchos países comprenden el problema de depender de otros para su suministro energético
Cuando en los años 70 se produce la primera gran crisis del petróleo, muchos países comprenden el problema de depender de otros para su suministro energético. En todo el mundo, la necesidad de encontrar una alternativa se convierte de nuevo en una prioridad, y surgen organizaciones con ese fin: el Consejo del Vehículo Eléctrico en Estados Unidos, la Compañía de Energía Eléctrica de Tokio en Japón, el Consejo de Electricidad en Inglaterra…
Durante un par de décadas brotan modelos en muchos países, todos con producción limitada pero con cada vez más capacidad y autonomía. Los franceses Peugeot 205 y Renault Express estaban equipados con baterías de níquel-hierro, podían recorrer 140 kilómetros y alcanzar los 100 km/h; la japonesa Toyota lanzó el Toyota EV-30 con baterías de zinc-bromo, que recorría hasta 165 kilómetros a hasta 43 km/h, mientras la alemana Mercedes-Benz probaba con baterías de sal fundida y de sulfuro de sodio.
Una tecnología aún limitada
Se lanzaron varias propuestas al mercado con aspiraciones a convertirse en productos de éxito, pero pocos lo fueron. Las baterías no tenían suficiente autonomía y ni siquiera los modelos híbridos que incluían un pequeño motor de combustión para prolongarla consiguieron convencer al público. En parte, el motivo fue que en los 90 el precio del petróleo, sobre todo en Estados Unidos, había vuelto a caer hasta niveles bajísimos y el recuerdo de la crisis de 1973 se había difuminado.
Sin embargo, la tecnología híbrida no fue sólo un intento por vender más. La combinación de un motor eléctrico y otro de gasolina demostró mucho potencial y se desarrolló durante esa época. Toyota, General Motors, Honda… fueron algunas de las primeras marcas en lanzar sus modelos.
Por otro lado, las baterías en esos años seguían siendo de plomo o de níquel, y no eran lo suficientemente potentes para competir con los coches de gasolina. De forma que los fabricantes comenzaron a investigar nuevas opciones, como las pilas de combustible basadas en el hidrógeno. Aunque se ha avanzado mucho en esta dirección, sigue siendo una tecnología inmadura: superan en autonomía y vida útil a otras opciones, pero resultan más caras y no son por tanto económicamente competitivas. Se han presentado varios prototipos desde 2009, pero ninguno ha llegado a ponerse a la venta a gran escala.
Las baterías de litio y el impulso de Tesla Motors
Mientras tanto, llegaron las baterías de litio. Importadas del sector de la electrónica, son más estables y por tanto más seguras, no tienen efecto memoria (que provoca que después de varios ciclos de carga una batería no tenga la misma capacidad de almacenamiento de energía que al principio de su vida útil) y han logrado ampliar la autonomía de los coches en un rango entre 150 y 300 kilómetros.
Nueva tecnología, nuevo potencial y con ello más oportunidades de negocio y por tanto nuevas empresas. La joya de la corona ahora mismo es Tesla Motors, que causó sensación en 2006 con la presentación del deportivo Tesla Roadster, equipado con baterías de ion-litio y que no sólo era práctico o eficaz: era deseable. La compañía de Elon Musk ha presentado desde entonces varios modelos que sin excepción han recibido críticas muy positivas: su diseño, equipación y rendimiento han demostrado que los coches eléctricos pueden competir en igualdad de condiciones con los mejores coches de gasolina. Esta apuesta fue un revulsivo para la industria del coche eléctrico, que logró poner un pie en la primera división del mercado automovilístico.
La joya de la corona ahora mismo es Tesla Motors, que causó sensación en 2006 con la presentación del deportivo Tesla Roadster, equipado con baterías de ion-litio y que nó solo era práctico o eficaz: era deseable
Los primeros coches con batería de litio que llegaron al mercado lo hicieron en 2010, y aunque aún en minoría, se han hecho un hueco en las calles y en las carreteras. El Nissan Leaf, uno de los que aterrizó ese año, ha sido el primer coche eléctrico en alcanzar unas ventas de 100.000 unidades.
Los apoyos al coche eléctrico nunca han sido tan decididos, su potencial tan evidente ni la competencia jamás ha sido mayor. La pelota ahora está en el tejado de los usuarios. Quizá, efectivamente, sea por fin su momento.