jueves, 24 de octubre de 2013

El coche automático aún necesita conductor

Un BMW Serie 5 plateado cirucla a unos 120 kilómetros por hora en una autopista que corta al noreste a través de Baviera entre Múnich e Ingolstadt (todas ellas en Alemania). Estoy en el asiento del conductor, mirando los coches y los camiones que pasan, aunque no he tocado el volante, el freno ni el acelerador durante, al menos, 10 minutos. El BMW se acerca un camión que se mueve lentamente. Para mantener nuestra velocidad, el coche activa el intermitente y comienza a moverse a la izquierda, hacia el carril de adelantamiento. En ese momento, otro coche situado varios vehículos más atrás, se incorpora al carril de adelantamiento. Mi BMW desconecta rápidamente la señal y regresa al centro del carril, donde espera a que el coche de detrás pase antes de volver a intentarlo.
Poner tu vida en manos de un chofer robot ofrece una visión inquietante sobre cómo está a punto de cambiar nuestro concepto de la conducción. El automóvil que ha seguido un camino de evolución tecnológica constante pero lenta durante los últimos 130 años. Sin embargo, ahora está a punto de cambiar drásticamente de formas que podrían generar impactos económicos, ambientales y sociales radicales.
Los primeros sistemas autónomos ya son capaces de controlar la dirección, el frenado y la aceleración. Pero aún requieren que los conductores mantengan un ojo en la carretera y las manos en el volante. No obstante, la siguiente generación de vehículos, como el prototipo con autoconducción de BMW, podría estar disponible en menos de una década, lo que permitiría a los conductores trabajar, eviar mensajes de texto o, símplemente, relajarse. Ford, GM, Toyota, Nissan, Volvo y Audi han hecho demostraciones de coches capaces de conducirse a sí mismos, y todas las compañías han declarado que planean vender algún tipo de automatización avanzada en los próximos 10 años: coches capaces de hacerse cargo de la conducción en carreteras y aparcarse solos en un garaje. Google, por su parte, está invirtiendo millones en software de conducción autónoma y ​​sus coches sin conductor se han convertido en una imagen familiar en las carreteras de Silicon Valley.
El interés de la automatización para las empresas de automóviles es enorme. En un mercado altamente competitivo, en el que los fabricantes de coches de lujo se apresuran a satisfacer a los clientes con la última tecnología, sería un suicidio comercial no invertir con fuerza en un futuro automatizado. El hombre a cargo del proyecto de conducción autónoma de BMW, Werner Huber, me comentó: "Es la experiencia más impresionante que podemos ofrecer". Huber afirmó que la empresa aspira a ser "una de las primeras en el mundo" en introducir la autonomía en carretera.
En el futuro, el uso de la conducción autónoma podría disminuir la cantidad de accidentes de circulación, el tráfico y la contaminación. Los datos publicados el año pasado por el Instituto de Seguros para la Seguridad en las Carreteras, una organización no lucrativa de EEUU financiada por la industria automovilística, sugieren que el uso de características parcialmente autónomas ya está ayudando a reducir los accidentes. Estos datos, recogidos a partir de las aseguradoras de vehículos estadounidenses, muestran que los automóviles con sistemas de advertencia de colisión delantera que, o bien advierten al conductor de una colisión inminente o pisan los frenos de forma automática, tienen muchos menos accidentes que los coches que no poseen dichos sistemas.

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