Éstas son las claves que impiden el éxito del coche eléctrico
El coche eléctrico no está teniendo la acogida que se esperaba por parte del mercado. Prácticamente todas las marcas se vuelcan en su desarrollo y cuentan con prototipos; algunas de ellas tienen uno o varios modelos 100% eléctricos en su catálogo, como Renault, con nada menos que 3: Twizy, Fluence y Kangoo… Pero las ventas no acaban de despegar.
Sólo en algunos países como Noruega, donde el Nissan Leaf está gozando de cierto éxito, loscoches eléctricos resultan un producto interesante para los conductores. Los híbridos, mientras tanto, se comercializan mejor… Se espera que con la llegada de los modelos enchufables, con autonomías en modo eléctrico cercanas a los 60 km (que es la distancia que cubre la mayoría de los conductores a diario), aumenten las matriculaciones de este tipo de vehículos. Pero ¿es sólo el número de kilómetros que podemos recorrer lo que impide el éxito de los coches eléctricos? Analicemos varios factores:
Autonomía y recarga
La causa principal de la clara desventaja del coche eléctrico frente al de combustión es su menor autonomía. Estos vehículos no sólo recorren menos kilómetros, sino que su proceso de “repostaje” es lento: llenar un depósito de gasolina que te permite cubrir 600 km lleva unos 5 minutos, mientras que obtener 200 km de unas baterías precisa de un tiempo de recarga de varias horas.
Para solventar este problema, los fabricantes están invirtiendo millones en el desarrollo de nuevas baterías que soporten mejor las cargas rápidas y que puedan almacenar más energía en menos espacio (lo que, por tanto, rebaja el peso). En este aspecto destacan los modelos de Tesla, con autonomías muy similares a las de los coches de gasolina y prestaciones incluso superiores.
En la ciudad, las ventajas del coche eléctrico son evidentes.
La mayoría de las marcas se centra en los sistemas de recarga rápida, capaces de almacenar el 80% de la carga total admisible de las baterías en 15 minutos. Esto puede hacerse porque la recarga es un procedimiento no lineal: cuando el acumulador está “vacío”, la diferencia de potencial entre la batería y el cargador es muy grande, por lo que el proceso es rápido. A medida que se va “llenando”, dicha diferencia de potencial disminuye y la recarga se va ralentizando (en teoría, cargar al 100% una batería llevaría un tiempo infinito).
Otro de los dispositivos que se está desarrollando (pero que precisa de una logística e infraestructura considerable) es el de baterías intercambiables:sustituimos una descargada por otra al 100%. Entraríamos a la estación de servicio y, sin bajarnos del coche, un sistema automático desacoplaría nuestro acumulador e instalaría uno listo para seguir el viaje. Este proyecto exige que todos los fabricantes se pongan de acuerdo y usen el mismo tipo de batería, trabajen con los mismos voltajes, etc… Ahí está otra de sus dificultades de implantación.
Por otro lado, si somos honestos con nosotros mismos, debemos reconocer que nuestrorecorrido diario con el coche no suele ser de más de 40 o 60 km (en la mayoría de los casos). Así, ¿de verdad necesitamos autonomías de 500 km? Pese a la crisis, aún hay muchas familias con dos vehículos en casa (normalmente, una berlina y un utilitario); podríamos conservar el grande para los viajes y cambiar el pequeño por uno eléctrico, pensando en los recorridos urbanos… Pero no nos decidimos, ¿por qué? Porque la autonomía no es el único factor que hay que tener en cuenta.
Vídeo: al volante del Renault Twizy
El precio
El segundo motivo por el que los compradores no acaban de decantarse por un coche eléctrico es el precio. Es un problema grave, ya que supone una espiral concéntrica: estos vehículos son más caros porque se producen en series más cortas -principalmente-; al tener un precio elevado se venden menos, con lo que su manufactura es menor… Y así, hasta el infinito.
Algunos modelos eléctricos tienen aspecto de meros prototipos.
Pese a que se benefician de descuentos fiscales (e incluso en algunos estados y ciudades son la única alternativa motorizada al transporte público, como en el centro de Londres o en California), este aliciente sigue sin ser suficiente para la mayoría.
En este sentido, creo (es una opinión personal, desde luego) que la calidad percibida también juega en su contra, ya que los hace parecer aún más caros. En la lucha para rebajar la resistencia a la rodadura y el peso se emplean materiales muy ligeros; algunos de ellos tienen buen aspecto, pero otros son plásticos livianos que abundan en el interior del coche y le dan un aspecto austero. En la mayoría de los casos la calidad es más que aceptable, pero no “entra por los ojos”, no se percibe a primera vista.
Hasta ahora, los coches eléctricos que he podido probar me han dejado una sensación de ser casi prototipos, salvo los modelos que derivan de grandes series, que pagan el tributo de ser un “coche normal electrificado”: resultan pesados, poco aerodinámicos, su rendimiento no es suficiente… En definitiva, no están perfectamente adaptados a su condición de eléctricos.
Diseño
Los coches eléctricos necesitan exprimir al máximo las ventajas de una buena aerodinámica y reducir al mínimo los rozamientos; esto obliga a elaborar unas carrocerías que los amantes de la técnica pueden encontrar atrayentes (reconocerán el ingenio en ellas), pero no siempre resultan atractivas para la mayoría de los “mortales”.
Es algo que sabe muy bien Chrysler: su modelo Airflow era visto como un “patito feo” cuando nació, en los años 30… Y al final, se acabaron copiando muchas de sus soluciones aerodinámicas.
Los neumáticos de los vehículos eléctricos suelen ser estrechos y de tamaño correcto para su función, pero “no gustan” en un momento en el que la moda (porque no es más que eso, una moda, igual que en los años 30 las ruedas de banda blanca eran “lo más”) opta por unos “rodillos” enormes. Las eficientes ruedas de los coches eléctricos les dan un aspecto poco atractivo y los compradores tienen otro argumento para buscar opciones que no incluyan enchufes.
Infraestructuras
Así se recarga el Nissan Leaf.
Otro de los factores en contra de los coches eléctricos es la escasez de puntos de recarga. Si fuese fácil “recuperar” la batería de nuestro coche mientras lo tenemos aparcado durante la jornada de trabajo o al llegar a casa, la autonomía no sería un problema tan grave. Sin embargo, de nuevo aparece la pescadilla que se muerde la cola: ¿por qué ampliar la red de “recargadores”, si no hay clientes para que su uso los haga rentables, o al menos, útiles?
Ecología real
Sobre el coche eléctrico pesa otra “losa”, y es que su “respeto medioambiental” es un poco demagógico (de nuevo, esto es mi opinión personal). Es cierto que no emite gases contaminantes, pero la electricidad necesaria para moverlo no surge de forma espontánea: se produce en centrales. En España, la mayor parte de esta energía se consigue quemando carbón, cuyas emisiones son bastante más contaminantes que las de combustibles más ligeros como la gasolina o el gasóleo.
Su principal ventaja, eso sí, sería descongestionar un poco el aire de las grandes ciudades (aunque saquemos los coches de la urbe, siempre quedará el humo de las calefacciones y las industrias) al no producirse emisiones dentro de ellas… Pero mientras la energía eléctrica no provenga de fuentes renovables y no contaminantes, el coche eléctrico seguirá sin solucionar el problema de la contaminación global. Conservaremos mejor los monumentos del casco histórico, pero seguiremos derritiendo los polos.
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